lunes, 20 de junio de 2016

Skarrion Gunthar; Sangre en el hielo. El crowdfunding

Quiero abrir esta entrada extraordinaria del blog con un momentazo “confesiones”. Y es que de todas las que he firmado desde que arrancamos nuestra andadura virtual, la de hoy es la que más veces he tenido que comenzar a escribir de nuevo. Y no solamente porque mi jodido ordenador esté dando señales preocupantes de querer irse en breve al cielo de silicio, que también. El caso es que escribir una entrada para ayudar a la campaña de crowdfunding que la editorial Libros.com ha puesto en marcha, no debería suponer para mi ningún esfuerzo. Hablamos de una campaña para lograr 150 suscriptores que permitan la publicación de Skarrion Gunthar. Sangre en el hielo, una nueva novela de Espada y Brujería del que probablemente sea el mejor escritor español de dicho género, Andrés Díaz Sánchez. Pero de un par de semanas a esta parte tengo un comecome que está pidiendo salir a gritos. Y ninguna entrada mejor que esta para reflexionar en voz alta.

Tal y como decía la editorial Libros.com, en su colección Miralejos –dirigida por un viejo conocido de The OCCULT Herald, el autor de Delbaeth Rising, Víctor Blanco-, ha puesto en marcha una campaña de mecenazgo con la intención de que Skarrion Gunthar. Sangre en el hielo, llegue a las librerías. A pesar de que, tal y como dijo muy bien Jae Tanaka, los lectores de Pulp somos el nicho de un nicho, una mano huesuda saliendo de la tierra de un cementerio gritando “aquí estoy… y quiero libros”; encontrar 150 lectores que estuvieran dispuestos a comprometerse a pagar 18 euros para recibir a cambio una nueva novela de Andrés Díaz Sánchez no debería de ser una tarea muy difícil. No en vano se supone que vivimos una época dorada para la fantasía en España y se trata de una novela de un autor ya de sobra consagrado en estas lides. Pues bien señores, perdonen mi exabrupto: mis cojones treinta y tres.

"Ya sabéis muchachos, si se trata de
un lector de Espada y Brujería, pa'bajo con él"
Hace un par de semanas, paseando un sábado por el recinto de la Feria del Libro de Madrid, tuve el dudoso gusto de disfrutar del bochornoso espectáculo de muchos cientos, pero cuando digo muchos es que eran una auténtica muchedumbre, de adolescentes haciendo cola para que otro adolescente les firmase su libro. Que quieren que les diga, desde mi perspectiva de profesional del mundo del libro la cosa me daba una envidia insana. Qué razón tienen los de Planeta, y que listos son, que además del repugnante famoso televisivo de turno, por lo general un analfabeto funcional, ahora se ha cobrado una nueva pieza de caza mayor: los youtubers. De verdad, créanme que siento una envidia que roza lo patológico. Me encantaría ser yo el que, sentado en esas casetas en las que he pasado tantísimas horas, se dedica a firmar un ejemplar tras otro de mi primer libro, sin descanso, como si no hubiera un mañana. Que hay que decirlo sin empacho alguno. 

Pero claro, resulta que además de trabajar desde hace ya muchos años en esto de los libros, soy un ávido lector desde mi más tierna infancia, y encima un “escribidor”. Vale, un juntaletras del montón, que somos muchos y prescindibles; pero os juro por mi hijo que un escritor honrado. Uno de esos que aman y respetan su profesión. Una profesión, por otro lado, solitaria y bellísima (estaba a punto de decir eso de "la profesión más solitaria del mundo”, pero creo que los fareros nos ganan por dos cuerpos), que tan sólo se puede aprender después del mucho escribir y el mucho leer. Visto en perspectiva, lo que un servidor escribía con veinte años, además de provocarme una vergüenza ajena de campeonato, debería ir directo a la basura. Pero claro, eso lo entiendo ahora, que son cuarenta los clavos de mi ataúd. Así que no hace falta que les exprese lo que me suele parecer la literatura escrita por adolescentes, por muy talentosos que estos sean -eso siempre y cuando nos creamos que no hay detrás un equipo de negros y correctores que sudan tinta china para solucionar el desaguisado-. Por esto me provoca un dolor casi físico descubrir que, a falta de tan sólo nueve días para terminar la campaña de crowdfundign de Skarrion Gunthar. Sangre en el hielo, hay logrado únicamente sesenta suscriptores. ¡Sesenta!

Aflojad una guineas, malandrines, que hay que publicar el libro
Me cago en mi pena negra, vale que somos el nicho pequeño y cochambroso de un nicho bastante pequeño y cochambroso, pero ¿¿¿únicamente sesenta??? Y ojo, que no hablamos de una novela de un autor novel que no conoce ni su padre, no. Hablamos de una novela de un señor que ha publicado en sellos como Timun Mas (antes de que Planeta lo convirtiera, junto con Minotauro, en auténtica mierda editorial, que me gusta recordarlo al que quiera leerlo). Un autor de verdad, un señor con oficio. Entonces, ¿qué coño está pasando?

Os lo diré, o al menos os explicaré mi teoría, que probablemente a muchos os parezca basura –en ese caso os recuerdo lo de las opiniones y los culos…vamos que apestáis igual que yo-. En esta Edad de Oro del género fantástico, si no cuentas con el inestimable respaldo de un gran editor detrás, la única manera de estar presente en el mercado son las dichosas redes sociales. Sin Facebook o Twitter o su puta madre en bicicleta, sencillamente, no existes. Y Andrés Díaz Sánchez, el autor de La maza sagrada o El camino del acero, no está a la última. No es un adolescente guapo, deslenguado y profundamente bobalicón, del que lo que menos importa es que sea incapaz de articular dos frases seguidas con sentido, porque resulta que con YouTube es una auténtica máquina, el muy cabrón. Tampoco es un maestro de las redes sociales, capaz de aparecer hasta en la sopa. Sencillamente se dedica a escribir. A escribir de puta madre. A ejercer la profesión de novelista con maestría y profesionalidad. 

Sé perfectamente que esto de los blogs es una cuestión arcaica (ahora son los youtubers y sus videoblogs, mañana vete a saber), pero como colega de gremio tengo el deber moral de convertir este asunto en un muro de escudos. Una lucha desesperada por lograr aguantar el empuje de los persas. Llegados a este punto, este blog que habitualmente firmamos Jae Tanaka y un servidor, se convierte en un hoplita más que reclama su lugar en la falange espartana. Un vikingo que ocupa su puesto en su muro de escudos. Puestos a morir, mejor morir de pie y con el estandarte de la literatura en las manos. 

Soy uno de esos sesenta suscriptores de Skarrion Gunthar. Sangre en el hielo, y os animo a uniros a la lucha. Nueve días es poco, muy poco para lograr noventa voluntarios más. Pero no es imposible. Si os gusta la literatura fantástica, si gente como Abercrombie, Martin o Sanderson os la ponen como el cuello de un cantaor; llegará el día en que leáis algo de Andrés Díaz Sánchez y os preguntéis donde coño habéis estado todo ese tiempo. Os estáis perdiendo la posibilidad de, dentro de muchos años, decir eso de “ya os lo dije”; de leerlo cuando todavía tiene mucho que ofrecer. Que ya está bien de descubrir a los escritores treinta o cuarenta años después. 

Os dejo con las palabras del propio autor, con sus razones para apoyar el proyecto, para reservar un ejemplar.



¡Salve, guerrero!

Poder. Fuerza. Honor. Gloria. Brujería. Magia negra. Intrigas. Lealtad. Traiciones. Demonios. Amor. Sangre. Aceros. Guerra. Épica.

Todo esto es lo que el lector encontrará en Skarrion Gunthar. Sangre en el hielo.

Skarrion Gunthar. Sangre en el hielo es una novela auto conclusiva de Fantasía adulta, realista y cruda, que recibe influencias de la cultura y la mitología escandinavas y célticas. Se desarrolla en el reino de Shakark, devastado por una guerra civil que enfrenta al rey y a su propio hermano, cada uno apoyado por sus respectivos clanes aliados. La novela da comienzo metiéndonos de lleno en la Batalla de Cajani, la sangrienta lucha final que resolverá el conflicto. 
Con el fin de la contienda, el nuevo equilibrio de poder traerá agridulces expectativas para el rico y poderoso Clan Gunthar. Una de las hijas, Fulla Gunthar, debe casarse con el nuevo príncipe. Pero esto no es motivo de alegría para nadie en la familia, no solo por la fama sórdida y cruel que acompaña al joven príncipe, sino también por los siniestros rumores que suscita su madre, la reina Yulene.
En este juego se apuesta algo más profundo que un cambio de dinastía y el poder político en el país: la religión y la magia de Shakark. En el mundo de Skarrion Gunthar los dioses no son cercanos ni amables, sino entidades extrañas y misteriosas a los que solo pueden acceder unos pocos brujos y sacerdotes. Son fuerzas primigenias e ignotas que resulta preferible no desencadenar. Lo sobrenatural no camina entre los hombres, sino que se oculta y agazapa en lo profundo de templos, bosques y montañas. 
El joven guerrero Skarrion Gunthar y su familia se verán enredados en una compleja trama de intrigas palaciegas, traiciones, batallas campales y viajes a través de mares helados y bosques tenebrosos. También conocerán a los hechiceros y las brujas, sufrirán su magia negra y contemplarán a los temibles Dioses de Shakark.

Esta es una historia de sangre y aceros, de nobleza y traiciones, de dioses y demonios, y de hombres y mujeres que pueden ser héroes o asesinos, pero que son siempre demasiado humanos, y en los que tal vez el lector vea su propio reflejo.


Definitivamente si después de leer eso, si después de haber catado el adelanto que Libros.com pone a nuestra disposición, no os animáis a colaborar, entonces es que estáis muertos por dentro. Si eres de los que esto se la trae floja, y crees de verdad que te gusta la literatura fantástica, haznos un favor a todos y después de buscarte un youtuber de cabecera puedes meterte el último libro de Patrick Rothfuss por el culo. Ah, y aquí no vuelvas. A tomar por culo las medias tintas.

Eduardo Martínez.

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