martes, 8 de diciembre de 2015

Grandes personajes del Pulp: Geralt de Rivia


Hace un par de días, en el grupo de Facebook Proyecto Pulp (que con casi mil miembros y una comunidad muy activa, es ya uno de los lugares de referencia para los amantes del Pulp de habla hispana), a raíz de una pregunta sobre si Sin City de Frank Miller debe considerarse Pulp o no, se volvía a abrir el debate de lo que debemos entender como Pulp. En ésta bitácora hemos defendido desde el primer día que el Pulp va mucho más allá de la definición técnica que circunscribe dicho fenómeno a las publicaciones en papel de baja calidad del primer tercio del siglo XX. Partiendo de las bases de que las opiniones son como los culos, que todo el mundo tiene uno y pensamos alegremente que sólo el de los demás apesta, en The OCCULT Herald creemos que hemos dado unos cuantos ejemplos ya, y lo que te rondaré morena, de que el Pulp nace mucho antes de que se le atribuya dicho nombre, y que sigue muy vivo, puesto que en verdad se trata de un fenómeno cultural que hace referencia a una forma determinada de concebir historias y de narrarlas. No obstante debo confesar que me lo he pensado unas cuantas veces antes de redactar ésta primera entrada monográfica dedicada a un personaje icónico del género. Tenía muchas opciones, todas ellas dentro del canon más clásico, pero finalmente he decidido arriesgar. Ya me dirán ustedes, amigos y lectores, si ha sido un acierto o si, por el contrario, he metido la pata hasta el pescuezo.

Geralt de Rivia, el Brujo. El Carnicero de Blaviken...vamos, el puto amo. 


Si al autor de éstas líneas le hubieran preguntado, allá por el año 2002, acerca de El Brujo; con casi total seguridad hubiera respondido que se trataba de Rafael Álvarez, probablemente uno de los mejores actores que han pisado las tablas en España en los últimos cincuenta años. Sin embargo algo ocurrió en ese año 2002 para que mi respuesta a la pregunta sobre la identidad de El Brujo cambiara para siempre. Porque para un amante de la fantasía tan sólo hay un personaje digno de tal título; un personaje cuyo nombre es Geralt de Rivia.

Andrzej Sapkowski, el padre de la criatura.
Allá por el año 2002 un editor de nombre Luis G. Prado, uno de los referentes en España de todo aquello que significa literatura de género fantástico y ciencia ficción, tomaba una decisión empresarial que, amén de ser el mayor acierto de su carrera (mi afirmación dista mucho de ser gratuita, puesto que los más de 150.000 ejemplares vendidos de sus libros lo dicen todo), los lectores de fantasía no podremos agradecerle nunca lo suficiente. Un acierto que, visto en perspectiva, parece una cosa de locos. A falta de conocer la verdadera historia de cuáles fueron las razones que impulsaron a Luis G. Prado a editar los libros de Sapkowski en España, pónganse ustedes en su piel. Aceptando que Andrzej Sapkowski y sus libros de Geralt de Rivia eran todo un fenómeno en su país, que ya habían tenido su versión cinematográfica y televisiva, que se trataba de una saga ya completa, por lo que el autor no podía hacer un Robert Jordan, que seguro que las referencias eran fantásticas… joder, que estábamos hablando de fantasía escrita en Polonia. Y si por aquel entonces había que estar como una regadera para publicar literatura fantástica, no te cuento como había que estar para publicar libros de un señor al que tan sólo de conocía en el centro de Europa. El jodido más allá, un universo desconocido para el lector español (No nos rasguemos las vestiduras, la inmensa mayoría de los españolitos tenemos serios problemas para ubicar Polonia en un mapa de Europa en blanco, así que no te cuento si encima tenemos que pensar en aportar más datos). El caso es que Luis G. Prado tomó una decisión de las que diferencian a un buen editor del malo -decisiones como las de Alejo Cuervo con los libros de un tal George RR Martin-, y se lanzó a la aventura de publicar los libros de Geralt de Rivia en sus sellos Bibliópolis y Alamut. Decisión valiente, casi suicida diría yo, a la que además acompañó del acierto colosal de contar como traductor al escritor e historiado José M. Faraldo (un hombre gracias a cuya magnífica labor el maravilloso estilo de Sapkowski nos llegue tal y como fue concebido). Una decisión que, como decía antes, nunca le agradeceremos lo suficiente.

Geralt y Cirilla de Cintra.

Y es que Geralt de Rivia es, en el juicio de un servidor de ustedes, uno de los tres mejores personajes de género fantástico que un narrador haya parido en los últimos cincuenta años. Un personaje literario que reúne todos los requisitos para hacer lo que ya está haciendo, trascender a su propio autor. Algo parecido a lo que sucede con Sherlock Holmes, Allan Quatermain, John Carter o Conan de Cimeria. Y si no incluyo en esta lista a Elric de Melnibone, con el que Geralt de Rivia guarda ciertas semejanzas estéticas, es porque, por un lado, en impacto global el Brujo ya le ha adelantado por la derecha al emperador albino de Melnibone, y por otra parte, porque Sapkowski escribe infinitamente mejor que Moorcock. 

Yennefer de Vengerberg
El caso es que, para protagonizar nuestro primer monográfico dedicado a un gran personaje de la literatura popular, nadie mejor que Geralt de Rivia para ejemplarizar eso que llevamos diciendo desde la primera entrada del blog: aunque no es pulp todo lo que reluce, pero casi.

Geralt de Rivia, el brujo albino que con sus dos espadas al hombro, una de acero para criaturas mortales, y otra de plata para aquellas nacidas de la magia, va dando caza a los monstruos que amenazan a los hombres. Un personaje vagabundo, caracterizado por el cinismo, y un sentido del humor irónico, que una y otra vez nos muestra que los auténticos monstruos no se esconden tras una terrorífica fachada. Los monstruos somos siempre nosotros. Un personaje tan profundo, tan bien construido, que se nos antoja real, y que al igual que los grandes personajes del Pulp, no nace para una saga de novelas, sino en el marco de cuentos más o menos largos, en publicaciones periódicas. Pero recapitulemos, y así me podrán ustedes entender mejor.

Portada de la primera edición en castellano
de "El último deseo". Bibliópolis Fantasía.
Tomando la información colgada en Wikipedia, la primera aparición de Geralt de Rivia se produce en un cuento titulado El Brujo (Wiedźmin), publicado en la revista Fantastyka en 1986. Este cuento se convierte en un auténtico éxito de público y crítica, y se convierte en el pistoletazo de salida para un total de ocho libros. Los dos primeros, El último deseo (2002) y La espada del destino (2003), que fueron publicados en España a la inversa que en su primera edición polaca, haciendo así que los lectores españoles disfrutáramos de las historias en el orden cronológico interno de la serie; son dos antologías de cuentos en los que Geralt de Rivia y el resto de personajes principales de su saga son presentados por primera vez. A estas dos antologías les seguirán cinco novelas más, La sangre de los elfos (2003), Tiempo de odio (2004), Bautismo de fuego (2005), La Torre de la Golondrina (2006) y La Dama del Lago (2009/2010) que son las que constituyen propiamente el núcleo de la saga de Geralt. A estas cinco novelas, que constituyen el eje central de lo que podemos llamar la saga del Brujo, hay que añadir el último libro publicado, tanto en Polonia como en España, Estación de Tormentas (2015), que no es otra cosa que una precuela.

Portada de Alejandro Colucci para la
edición de Alamut.
Si tan sólo nos atuviéramos a las novelas de la saga, probablemente Geralt de Rivia no podría incluirse en los parámetros de la narrativa Pulp. Incluso si tenemos en cuenta a la asombrosa galería de personajes tan brillantes como Cirilla de Cintra, Yennefer de Vengerberg, Triss Merigold (otro de los puntos a favor de Sapkowski, la construcción de personajes femeninos) o Jaskier; tengo mis serias dudas acerca de que el personaje hubiera llegado a tener el impacto que tiene. Y es que donde más brilla Geralt de Rivia y, por extensión Sapkowski, es en los libros de relatos. Es en esa distancia corta del relato, tal y como ocurre con los personajes icónicos del Pulp clásico, donde Geralt de Rivia adquiere su auténtico significado, su grandeza literaria. En esos relatos más o menos breves en los que Sapkowski mezcló de forma única los elementos clásicos de la fantasía heroica occidental con las tradiciones y formas narrativas centroeuropeas. Relatos en los que da la vuelta a los cuentos clásicos europeos, cuentos como Blancanieves o La Bella y la Bestia, para crear un universo narrativo único, sencillamente sublime. Narraciones cargadas de acción y fantasía, si, pero también de cinismo e ironía. Es tal la complejidad de Geralt de Rivia, tal su atractivo como personaje, que a cualquier otro escritor de fantasía le es inevitable desear darle vida propia. 

Y claro, eso es lo que está comenzando a ocurrirle. Porque Geralt de Rivia, el carnicero de Blaviken, ha saltado ya de forma definitiva de las páginas de los libros hacia otros soportes narrativos. Y, poco a poco, comienza a burlar el control de su creador, con la misma habilidad que muestra para evitar las armas enemigas o a los monstruos a los que da caza. A día de hoy podemos leer historias de Geralt en Cómics, historias que nacen de lo narrado en los videojuegos protagonizados por Geralt (la última entrega de la saga de videojuegos, The Witcher 3, una jodida obra maestra digital, con una banda sonora y un guión que más quisieran muchísimas grandes producciones cinematográficas, que me tiene enganchado cual vulgar yonki, acaba de ser galardonado como mejor juego del año 2015, y con razón), a modo del spin-off de un spin-off. A lo que hay que añadir que para 2017 tendremos una nueva película, una superproducción de Hollywood en esta ocasión, protagonizada por el Brujo. 


Si nada lo remedia, y cuando nada me refiero a una guerra nuclear, una invasión alienígena o el apocalipsis zombi, Geralt de Rivia ha venido para quedarse. Así que los que estamos sencillamente fascinados por el personaje y sus historias estamos de enhorabuena. Y los que todavía no han descubierto a Sapkowski y su universo narrativo, tienen la excusa perfecta para añadir sus libros a la carta de los Reyes Magos. No se arrepentirán. 

¡Larga vida al Brujo!





Eduardo Martínez.

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