martes, 1 de diciembre de 2015

La locura de Dios, de Juan Miguel Aguilera.

Portada original de la 1ª edición
de La locura de Dios.
Vale, ahora que llevamos por aquí cosa de dos meses y ya nos vamos conociendo, debemos reconocer que, si tenemos en cuenta el tono habitual del blog, la semana pasada nos pusimos un poquito vinagre. Muy intensitos, vaya. Cosas de la edad, que no perdona. Sin quitar ni una coma de lo que dijimos entonces, hoy volvemos a nuestra línea más amable, que es la que de verdad nos mola. Y que mejor manera de hacerlo que haciendo una nueva reseña de un libro de esos que todo amante de la literatura de género, de esta maravillosa locura que es el Pulp, debería leer con pasión. Damas y caballeros, niños y niñas, hoy les traemos a The OCCULT Herald la novela La locura de Dios, de Juan Miguel Aguilera.

A estas alturas de película cualquier aficionado a la ciencia ficción en España debería saber quién es Juan Miguel Aguilera. Este valenciano nacido en 1960 es, con total seguridad, uno de los cinco escritores más relevantes de la ciencia-ficción y la fantasía española moderna. Un tipo que, además de escribir como Dios, sigue al pie del cañón (su última novela, Sindbad en el país del sueño, se publicó hace apenas un año por el sello Fantascy).

Juan Miguel Aguilera.
El caso es que de entre toda su prolífica y premiada producción literaria hay un título que, desde nuestro criterio, es una obra que merece el honor de ser calificada como literatura Pulp. Y de la mejor. Lo mismo ésta crítica acaba llegando al señor Aguilera y al leer esto se molesta. En ese remoto e improbable caso que sepa que para el autor de éstas líneas, esa calificación es un auténtico honor. Y es que la literatura Pulp puede afrontarse, en líneas generales, con dos tonos distintos. Por un lado el tono ligero y desenfadado de la divertidísima La maldición de la Diosa Araña, de Miguel Ángel Naharro (léanse ustedes la reseña y después la novela, insensatos), o por otro lado, de una forma más seria, como en el caso de la novela que vamos a reseñar. Volviendo a la novela que nos ocupa, ¿que otra cosa no puede ser, si no Pulp, una novela que, partiendo de un hecho histórico, y tomando como protagonista absoluto a una figura real de nuestro pasado, combina la narrativa histórica, referencias a obras clásicas de la literatura universal, escenarios de características Steampunk, salidos de la mejor novela de Julio Verne, rematado todo ello con escenas de acción propias de la mejor literatura fantástica?. Y todo ello mezclado de forma auténticamente magistral, haciendo que esas referencias tan diversas empasten como las voces del mejor coro. Joder, es que La locura de Dios es puro Pulp. Y Pulp del bueno, del muy bueno. Pero vamos al lío.

Publicada originalmente en 1998 por el sello Nova de Ediciones B (si el gran Miquel Barceló decidió publicarla, por algo será), y ganadora de los premios Ignotus en España, del Imaginales en Francia, y del Bob Morane en Bélgica; en La locura de Dios Juan Miguel Aguilera nos presenta a Ramón Llull, el “Doctor Iluminado”, una de las mentes más brillantes y avanzadas de la Edad Media. Un personaje de curiosidad insaciable que, por sí sólo, es el mejor protagonista de cualquier novela que se pueda imaginar: escritor, misionero, cabalista, teólogo, alquimista, etc. Un hombre con una vida fascinante al que Aguilera lleva hasta Constantinopla, y lo sitúa en medio de uno de los episodios más fascinantes de la Edad Media de los Reinos Hispánicos, la prodigiosa aventura de los almogávares

Roger de Flor, caudillo de los almogávares,
en una de las ilustraciones interiores de la novela.
Obra de Rafael Fonteriz.
Sin entrar en grandes spoilers, y haciendo un resumen somero de la novela, diré que Roger de Flor, el caudillo de los almogávares, hace llamar a Ramón Llull a Constantinopla para encargarlo una misión que se antoja imposible, descubrir la ciudad del Preste Juan, y con ello el origen de la misteriosa tecnociencia que podrá salvar al Imperio Bizantino para siempre de la amenaza de los turcos.

A lo largo de las algo menos de 400 páginas de la novela acompañamos al Doctor Iluminado en su viaje por las tierras de Asia en busca de tan legendaria ciudad. La primera parte de la novela, la del viaje propiamente dicho, en lo literario roza por momentos una calidad de la que pocas, muy pocas novelas de género histórico pueden alardear. Tan sólo en Meridiano de sangre, obra maestra de Cormac McCarthy, hay pasajes similares al describir los escenarios naturales de la frontera entre Estados Unidos y México (si por un casual os gusta el western, y no habéis leído Meridiano de Sangre, tenéis prohibida la entrada este blog hasta que hayáis subsanado esa carencia). En sus descripciones de las inmensas vastedades del Asia Central todas y cada una de las palabras nos hacen sentir uno más de los viajeros que contemplan aquellos paisajes que parecen no tener fin. Y lo más asombroso es que esas líneas se devoran a un ritmo endiablado. Y si en esta pieza de narrativa histórica Aguilera destaca con nombre propio, su experiencia en la literatura de género queda patente cuando, con un giro maestro, introduce en la historia el elemento de fantasía y de ciencia-ficción que dominará el resto de la novela. De la mano de Ramón Llull descubriremos entonces que se esconde tras la leyenda de la ciudad del Preste Juan, y asistiremos a una batalla entre el bien y el mal, o no tanto, que arranca en el origen de los tiempos. Una batalla en la que se tambaleará todo lo que tanto Ramón Llull como los propios lectores creemos saber sobre la vida y el cosmos. En este apasionante segundo acto veremos dirigibles que parecen salidos de Robur el conquistador de los aires, de Julio Verne, cruzar los cielos de Asia, y seremos partícipes de escenas de acción sencillamente redondas, propias de la mejor de las novelas de fantasía épica.


¿Edad Media y dirigibles? Que diablos, claro que si... ¡dirigibles!
En resumen, una novela que sin llegar a las 400 páginas demuestran que un buen narrador, un narrador honesto, y La locura de Dios es, ante todo, una novela de aventuras honesta, no tiene la necesidad de seguir el criterio imperante en la actualidad, pura “moda”, consistente en novelas de miles y miles de páginas, y sagas interminables. Apenas 400 páginas que en manos de un buen escritor, que coño, un magnífico escritor, dan de sí para narrar de forma magistral una historia de aventuras cargada de mil y una referencias. Una novela bien documentada y mejor trabajada. Una muestra de lo que defendía en este mismo espacio hace una semana. El Pulp puede y debe de tomarse en serio. Podemos esforzarnos por hacer que nuestras novelas sean dignas de recibir el honor de ser consideradas Pulp en toda regla. Y es que aquí no traeremos nada que consideremos malo (nosotros mismo somos de un mediocre que acojona, seguro, pero como es normal tenemos nuestro corazoncito y cuando la cagamos no nos gusta que nos lo recuerden). En ésta bitácora os iremos presentando todo aquello que creemos que hace grande nuestra pasión, que es el Pulp. Y La locura de Dios es, sin lugar a dudas, una brillante muestra de lo que se puede hacer con mimbres que todos los aficionados al Pulp tenemos a mano, y con mucho, mucho amor por la literatura. Lectura imprescindible.

Eduardo Martínez.

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