martes, 22 de diciembre de 2015

Grandes personajes del Pulp: Elric de Melnibone


Elric de Melnibone, en una de sus representaciones
más conocidas, obra de Michael Whelan.
Para los que nos siguen desde que abrió el blog, que por fortuna parece que cada día sois más, a estas alturas de la película ya no debe de ser ningún misterio cuales son las preferencias y las referencias de los dos responsables principales de atentar contra el buen gusto semana tras semana. Un servidor se ha manifestado desde el primer día como un ferviente admirador de Robert E. Howard (en mi caso con Conan comenzó todo), y tenía pensado inicialmente pensado dedicar hoy la entrada a ese fenómeno conocido como pastiche, y por ende al que considero responsable primero de que Conan haya llegado a tener el impacto global que hoy tiene: Roy Thomas. Pero ya hablaré de Thomas más adelante, que hoy el cuerpo me ha pedido volver la mirada a un personaje y un escritor a los que hice referencia hace un par de semanas: Damas y caballeros, demos la bienvenida a la sección Grandes personajes del Pulp a Elric VIII, 428º Emperador de Melniboné; y a su padre creativo, el escritor británico Michael Moorcock.

Desde que Robert E. Howard sentara las bases de lo que a día de hoy llamamos Espada y Brujeria, la sombra de Conan se hizo tan alargada que durante décadas prácticamente ningún autor salió de los pasos marcados por el escritor tejano. Incluso Fritz Leiber, autor del ciclo de "Fafhrd y el Ratonero Gris", un autor genial del que hablaré más adelante, y que explora una vertiente hasta entonces poco explorada del género, nadie se había atrevido a subvertir los pilares de la Espada y Brujería. No sería hasta el año 1961 cuando, en el número 47 de la revista Science Fantasy, se publicase el relato The Dreaming City, obra de un autor de apenas 22 años de nombre Michael John Moorcock. En ese relato hace su primera aparición una de las figuras más emblemáticas de la literatura fantástica, Elric de Melnibone.

Haré las presentaciones: Aquí Michael Moorcock,
el padre de la criatura, aquí unos señores lectores del blog.
Hace un par de semanas decía que Andrzej Sapkowski era un escritor infinitamente superior a Moorcock, y lo sigo sosteniendo. Es más, afirmo que Moorcock, como escritor, es terriblemente mediocre. Sin embargo es un creador genial. Michael Moorcock fue uno de los pioneros de la Nueva Ola de la literatura de género. Un tipo que cogió los ingredientes sacrosantos del género de Espada y Brujería, de la literatura fantástica, y les dio la vuelta de forma absoluta. Un tipo de ideas geniales, capaz de crear dos personajes (sí, he dicho dos), que han marcado un antes y después: Elric de Melnibone y su espada rúnica, el demonio Stormbringer (Portadora de Tormentas o Tormentosa en algunas traducciones al castellano).

A la figura del poderoso bárbaro de pies calzados con sandalias, que armado con su espada y su fuerza bruta es capaz de pisotear los tronos enjoyados de la tierra hasta llegar a convertirse en rey de hombres debilitados por la civilización, Moorcock presenta a un auténtico antihéroe. Un emperador enfermizo, extremadamente culto y sensible, que detesta su posición. Frente al salvaje que se enfrenta a la hechicería, Elric es un poderoso hechicero, que no duda en hacer uso de sus artes para derrotar a sus enemigos. Elric, el emperador albino, que recorre los Reinos Jóvenes escapando, en vano, de su trágico destino. Puesto que es una de las múltiples encarnaciones del Campeón Eterno, un héroe condenado a protagonizar la lucha eterna entre el Orden y el Caos (otra de las geniales creaciones de Moorcok, que por un lado facilita la creación de un multiverso claramente coherente, y además ofrece un motor que genera todas las historias). Un personaje cuyos tintes trágicos que acabo de citar nos recuerdan la poderosa influencia de la obra de Shakespeare en los literatos británicos.

¿A que mola la réplica de Stormbringer?
Pues no miréis el precio, que os dejará de molar.
Y qué decir de las espadas gemelas Stormbringer y Mournblade, Tormentosa y Enlutada, temibles armas rúnicas, negras como la noche. Poderosos e inteligentísimos demonios en forma de espada, armas del Caos. Moorcock al crear a Stormbringer hizo por vez primera que un objeto fuera mucho más que un objeto, por poderoso o legendario que fuera este. Ya no hablamos de un artefacto poderoso que hay que o bien destruir o emplear para derrotar al enemigo, Stormbringer es el auténtico compañero de Elric; un personaje más que marca sus pasos y su destino final. 

A los relatos, y el ciclo formado por ocho novelas que Moorcock fue escribiendo entre 1973 y 1999 (que fueron escritas sin orden cronológico, y que en España han podido leerse en su día gracias a aquellas ediciones de Martínez Roca y a las últimas, magníficas todo sea dicho de paso, de Edhasa), hay que sumar una multitud de adaptaciones del personaje y su universo tanto al cómic como al universo de los juegos de rol. 

Portada original del número 14 de
"Conan The Barbarian", marzo de 1971.
El salto de Elric al mundo del cómic se produce en 1972 de la mano de, no podía ser de otra manera, el Conan de Roy Thomas y Barry Windsor-Smith. En dos entregas sucesivas de la serie mensual Conan the Barbarian, titulados “A Sword called Stormbringer” y “The Green Empress of Melnibone” (los números 14 y 15, de marzo y mayo de 1972), el cimerio descubre al público lector de cómics la existencia de ese otro personaje nacido en el pulp británico de los 60. Pero no sería hasta los años 80 cuando la Casa de las Ideas dejara que P. Craig Russell, siempre con guiones de Roy Thomas, creara la imagen definitiva del emperador. La novela gráfica Elric: The Dreaming City y la posterior miniserie de seis números no sólo sientan las bases estéticas de todo un universo narrativo, sino que son una obra de lectura imprescindible para cualquier amante del noveno arte y de la fantasía. A estas apariciones le sucederán muchas otras hasta llegar a la última adaptación, los dos tomos escritos por Julien Blondel y dibujados Didi Poli.

Y qué decir de los juegos de rol. Yo particularmente debo decir mucho, puesto que el primer juego al que dirigí partidas fue Stormbringer, en su edición española de Joc del original de la 4ª edición del original de Chaosium de 1990. Porque resulta que el universo de Elric, y por extensión del resto de encarnaciones del Campeón Eterno, ha visto ya siete versiones distintas de juego, desde la primera de Chaosium de 1981, hasta la séptima, ya publicada por Mongoose en 2007. Juegos que, con una ligera evolución en el sistema de reglas porcentual desde la primera a la última, han permitido ya a varias generaciones de jugadores ponerse en la piel de aventureros que luchan por su vida en el escenario trágico que son los Reinos Jóvenes, en los días del emperador Elric. 



Sin duda alguna, a pesar de la pluma excesivamente espartana de Moorcock, que en ocasiones puede rallar en lo vulgar (después de haberme merendado los libros de Elric, Corum y Hawkmoon, amén de otro par de Elric, creo que puedo afirmarlo sin reparos), Elric es un personaje tan atractivo, tan genial en su concepción, que ocupa un lugar de honor entre los grande iconos del Pulp y la fantasía. Si no lo han descubierto ustedes, están tardando. Palabra.




Eduardo Martínez.

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